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lunes, julio 12, 2004 Si tu lengua es sajona seguramente no te vas a preocupar por saber si "querés" o "amas", con un "I love you" arreglás todo, se lo podés decir a tu abuela o a tu pareja, y todos quedan contentos. Pero las lenguas latinas se han empecinado en diferenciar muy bien, al menos lingüísticamente, ambos sentimientos. Pocos tienen problemas para saber si quieren o no a alguien, pero muchos parecen tener dificultades para saber si están sintiendo amor. Yo creo que "querer" es el resultado de un balance positivo del placer, es decir: si una persona te produce más placer que el costo que la relación tiene, la querés en la justa medida de la deferencia. Querer es la ganancia que sacás de una relación. Es un balance realizado casi concientemente, y digo "casi" porque no es que todo el tiempo lo estemos pensando, pero si decidimos hacerlo seguramente vamos a encontrar las "ganancias" y los "costos" que lo justifiquen. Un buena forma de graficar esto es pensar en una persona que queremos, y luego imaginarnos que ya no la vamos a ver más; si la pérdida que sentimos es en la justa medida del placer perdido, entonces la queremos. En cambio si la pérdida significa algo más que no podemos justificar, ese "extra" es amor. Amor sería el sentimiento de necesidad fuera de todo dominio de la razón. Tal vez "amar" sea "querer" pero con ganancias en nuestro inconsciente; tal vez amemos cuando nuestros miedos, inconscientes, más terribles se vean sosegados por alguna persona. Tal vez amar sea un placebo para contener nuestra locura, y tal vez por eso tenga las características de esta última, haciendo que por amor las personas hagan cosas que la razón no justificaría. x 4:04 p. m. lunes, julio 05, 2004 Creo que las mejores cosas de la vida pasan por dejarnos dominar por nuestras tentaciones, por nuestros deseos más profundos. Claro que la vida no es sencilla, miles de años de cultura nos han alejado en cierta forma de esos placeres. Tampoco me quejo de eso, después de todo la cultura nos permite disfrutar de otros placeres, tal vez no tan gloriosos; y tal vez, sean un placebo de lo "otro", pero son placeres al fin. El tema es que a veces me veo, los veo, como si estuviéramos montando un doble espectáculo, como si la misma razón que nos aleja de determinadas cosas, debemos usarla para, en determinados momentos, poder acercarnos a lo "prohibido". Supongo que es por eso que parecemos tan complicados, civilización e instinto no van de la mano; pero nos emperramos en que todo cierre y tenga sentido, cuando, por definición, nunca la podrá tener. x 1:01 a. m. |