Importante: Aquí no pretendo buscar la verdad, muchos post se sostienen más por la ironía o el humor que por condecir con la realidad o mi forma de pensar, y algunos otros por una verborragia irresponsable. Si no te crees capaz de lidiar con esto, no leas el blog y mucho menos comentes.

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miércoles, abril 28, 2004
 
Freud dijo que casi todos nuestros impulsos son de origen sexual. Yo le creo.
Y el que no le crea que preste atención a las cosas que escribe la gente en los baños públicos. Y no hablo de los baños de Constitución; hablo de los baños de una oficina, por ejemplo.

x 11:03 p. m.

sábado, abril 24, 2004
 
Después de ver Ciudad de Dios (Excelente película), tuve varias discusiones con otras personas sobre la violencia en el cine, sobre todo con el exceso de violencia. Y fueron en estas discusiones que me di cuenta que suelo separar las películas violentas en dos tipos: violencia local y violencia extranjera. Con violencia local me refiero a las películas que de alguna manera reflejan el tipo de violencia que vivimos a diario. Y son estas películas las que creo que son positivas, que tienen efecto terapéutico sobre nosotros. Y voy a explicar porque pienso eso:

Primero debo hacer una breve, muy breve, introducción a la psicología y al tratamiento terapéutico (no soy un experto en la materia, ni mucho menos; los que si saben, espero sepan disculpar). Podemos dividir nuestra mente en dos grandes partes: el consciente y el inconsciente. En el consciente esta todo aquello a lo que podemos acceder, para decirlo de otra forma es lo que normalmente creemos que esta dentro de nuestra mente. Pero hay más, muchísimo más, y eso es el inconsciente. Un error común es tomar el funcionamiento del inconsciente como un paralelo del consciente, pero oculto para nosotros; y no es así. En el inconsciente no hay tiempo, las cosas más antiguas están tan presentes como si hubieran sido “almacenadas” hoy. Y Si bien no podemos acceder al inconsciente, “él” si puede acceder al consciente... y de hecho lo hace constantemente. Por ejemplo, todos nuestros deseos son producto de impulsos que vienen de nuestro inconsciente. Esos impulsos pueden variar en fuerza, algunos son débiles otros muy fuertes; de hecho pueden ser tan fuertes que invadan nuestro consciente al punto de no dejarnos pensar en otra cosa. Por ejemplo, si estamos con un poco de hambre igualmente podemos seguir con nuestra vida casi de manera normal, pero a medida que el hambre se va haciendo mayor, nos vemos invadidos hasta el punto de no poder pensar en otra cosa.
También almacenamos en el inconsciente las cosas que no podemos manejar nosotros, por lo general situaciones muy traumáticas; sobre todo cuando somos muy chicos, que cosas que hoy nos parecen simples de resolver, son imposibles a esa edad. Al enfrentar una situación de ese tipo, la “pasamos” al inconsciente y de esa forma continuamos con la vida. El problema es que cada vez que una situación similar se repita en nuestra vida, el inconsciente va a responder con un impulso de angustia, pero nosotros nunca nos vamos a poder percatar del origen, justamente porque esta en el inconsciente.
La terapia es hacer consciente lo inconsciente, de manera de ver realmente lo que nos angustia, darnos cuenta que ahora lo podemos superar y asumir, y el sentimiento de angustia (antes inexplicable) desaparece. Tal vez una aproximación a ese mecanismo es cuando a la noche soñamos con algo que al despertar olvidamos, y nos pasamos el resto del día preocupados por algo, sin saber que es “ese algo”, hasta que decimos: “Ah... pero si eso lo soñé!”... y un sentimiento de alivio nos llena de inmediato.

Volviendo a la violencia en el cine: inevitablemente vivimos inmersos en un ambiente de violencia, algunas cosas las podemos procesar, pero es demasiado, y mucho de eso va a parar a nuestro inconsciente. Yo creo que las películas de “violencia local” ayudan a hacer lo que hace la terapia: hacer consciente lo inconsciente.
Vean Ciudad de Dios.

x 9:38 p. m.

viernes, abril 23, 2004
 
No sé si es que me cansó, me aburrió, o que; pero el blog ha quedado casi en el olvido.
Y acá es cuando admiro (envidio) la constancia del resto de los mortales, hay gente que se puede dedicar a un par de cosas y meterse a fondo con eso: algunos se dedican a su auto, otros a la fotografía, otros al gimnasio... y otros, como la mayoría de los que leen esto, a escribir en un blog. Yo no puedo, no me sale, no me da ganas; pierdo el interés en el momento justo en que otros se ponen con todo.
¿Cómo mierda hacen?

x 1:02 a. m.